La estrella se alza roja al amanecer, impregnando el
árido paisaje con sus rayos de luz anaranjados. Kilométricas extensiones de
tierra rojiza dibujan el suelo de este desértico planeta. Un ejército de rocas
invade casi toda la superficie, estáticas y vigilantes de los crepúsculos.
Largos cañones rocosos, algunas mesetas y dunas de polvo cobrizo completan la
mayor parte del mapamundi en el planeta Mega-Nôr, cuya descripción nos ocupa.
El entorno rocoso y polvoriento del planeta es acompañado por la escasa
vegetación que ha logrado adaptarse al clima seco: algunos arbustos grisáceos y
plantas de hojas verdes y altas que se alzan desde la tierra. La vegetales son
duros y resistentes contra los vientos que soplan en el desierto. Durante el
silencio de la tarde, se puede escuchar el soplo del aire y el polvo golpeando
las rígidas rocas.
En
Mega-Nôr viven seres inteligentes, parecidos a nosotros en anatomía. A primera
vista no los distinguirías de nuestra especie, salvo por su desarrollada
inteligencia emocional y tecnológica. Los habitantes de Mega-Nôr ocupan dos
grandes núcleos urbanos: uno de ellos en la zona central de la esfera
planetaria, donde han construido las llamadas “Urbes de Mega”: una red de
carreteras y calles con edificaciones que acogen a 600.000 habitantes. Estas
urbanizaciones se parecen a nuestros pueblos y ciudades actuales. También es
conocida como “la población del suelo” y abarca cientos de kilómetros a través
del rojo desierto. Al este de las urbes está el Mar Dorado, un inmenso lago que
recibe su nombre del color oro de sus aguas.
Otros
400.000 habitantes viven en el cielo, en la gran ciudad flotante de Bodh, una
gigantesca esfera de color cobre que está suspendida en el aire por encima de
las urbes del suelo. Ciudad Bodh es el centro del desarrollo tecnológico y
científico para los habitantes del planeta. La mitad inferior de su esfera
resplandece y refleja la luz como si fuera metal. Por dentro toda una ciudad
cobra vida a través de un complejo laberinto de pasajes, avenidas y
construcciones cuyos niveles superiores llegan a tocar las nubes. Su mitad
superior alberga una cúpula gigantesca que envuelve las infraestructuras más
altas de la ciudad y que está hecha de algún material transparente parecido al
cristal pero casi indestructible. La ciudad también puede abrir grandes
ventanales transparentes desde su nivel inferior, lo que proporciona unas
maravillosas vistas aéreas del planeta. Ciudad Bodh puede girar sobre si misma
e incluso desplazarse en cualquier dirección. Se cuenta entre los habitantes
del suelo que la ciudad flotante es capaz de viajar por el espacio. Que los
primeros habitantes de su especie llegaron al planeta a través de la ciudad
tras un largo viaje desde un rincón lejano del universo... y entonces se
instalaron en él. Algunos bajaron al suelo terrestre y ahí siguieron
construyendo sus hogares
La
estructura social de ambas poblaciones es peculiar y diferente. La organización
de los 600.000 habitantes del suelo es horizontal. Esto quiere decir que
carecen de líderes que los gobiernen. Apenas están sujetos a ningún tipo de
imposición ni normativa. Los habitantes del suelo crecen y viven libres en un
entorno pacífico. Juntos construyen una sociedad en la que cada uno de sus
miembros es importante. Subsisten gracias a la crianza de animales, la
agricultura y el comercio.
Sin
embargo, Ciudad Bodh se organiza a través de un gobierno vertical (como
nosotros, los humanos). En los estratos de abajo están los obreros, los
comerciantes, empleados del sector servicios así como los mecánicos y operarios
que velan por el buen funcionamiento de la ciudad. En la siguiente capa se
encuentran los ingenieros, científicos, docentes, médicos y todo aquel personal
dedicado a la investigación y el avance tecnológico. Por encima están los
astronautas y pilotos, aquellos que exploran el planeta y el espacio, cuya
labor es muy valorada. En el siguiente estrato está la milicia; Ciudad Bodh
también alberga un pequeño ejército, personal entrenado para garantizar la
seguridad y el orden. Y en última instancia el Consejo de Políticos, del que
forman parte trece personajes siendo dos de ellos de suma importancia: el
Intendente, administrador de la ciudad flotante, la voz del consejo político,
figura pública y máxima autoridad militar. Y en la cúspide, la figura de “el
Principal”, gobernante y fundador de Ciudad Bodh desde el principio de los
tiempos. De estos personajes hablaremos más avanzada la historia.
La
diferente organización económica entre Las Urbes de Mega y la Ciudad Bodh es
también notable. Ciudad Bodh tiene su propia divisa de curso legal: el bodhón y
el diamadro. Siendo el primero una moneda de circunferencia metálica y plana,
de un llamativo color verdoso; en una de sus caras se dibuja una representación
de la ciudad flotante. El diamadro, por su parte, consiste en una pequeña doble
pirámide (octaedro) tallada en un mineral blanquecino y transparente cuyo valor
supera al del bodhón. Los sueldos de los ciudadanos son pagados en bodhones y
diamadros y varían dependiendo de la actividad desempeñada en la jerarquía
piramidal de la sociedad. Aquellos que ocupan cargos más altos de la jerarquía
gozan de mayores sueldos y viven en las casas de los niveles superiores. En la
semiesfera inferior se sitúan las viviendas de las clases más bajas, a su vez
con menor poder adquisitivo. No existe el dinero en las poblaciones del suelo,
siendo el trueque el modelo de negocio más común. A su vez es constante la
cooperación comercial entre las urbes del suelo y la ciudad de Bodh. Los
habitantes de la tierra abastecen de alimentos a la ciudad flotante. Y los de
arriba proporcionan ayuda tecnológica a la población del suelo, siempre más
atrasada en ese campo. Desde que el planeta fuera poblado, los habitantes del
aire y la tierra han coexistido en paz y armonía.
La
ciudad flotante posee un complejo sistema de ascensores capaces de bajar y
subir a tierra para transportar personal y mercancías. Como tentáculos
gigantescos que se descuelgan de la misma esfera y se aferran al suelo. Para
nosotros, la Ciudad Bodh es una urbe retrofuturista, una maravilla tecnológica
muy distanciada de nuestra civilización actual. Quedaríamos atónitos
ante su sistema antigravedad, que la mantiene suspendida en la atmósfera del
planeta como una perla metálica que resplandece durante el día. Su complejo
entramado de viviendas conectadas por puentes que van ascendiendo hasta niveles
cada vez más altos... hasta los inmensos rascacielos triangulares de la zona superior
terminados en brillantes puntas de aguja. Sus hermosos parques verdes; e
incluso existen lagos en el interior de la ciudad. Aun más nos sorprendería
contemplar a sus habitantes pilotando vehículos voladores con forma de burbujas
transparentes o los atareados robots con inteligencia artificial. La gigantes
cúpula que la envuelve, capaz de abrirse y cerrarse, tan gigantesca como la
ciudad misma. La urbe se concibe ante nosotros como un gran espectáculo
futurista que escapa a nuestra imaginación.
Llegados
a este punto te preguntarás: ¿por qué tal similitud entre los habitantes de
Mega-Nôr y nuestra especie? A lo largo de la historia descubrirás la relación
entre ambos. De momento, aquí un adelanto: los seres inteligentes de Mega-Nôr
no son humanos, sino otra versión diferente de los mismos, que ha alcanzado un
nuevo estado de madurez científica y emocional. Al contrario que nosotros, para
ellos no existen las guerras ni la destrucción, ni la maldad ni la opresión;
incapaces de asesinar a otro ser sin necesidad. No existen las religiones y se
respetan las distintas formas de pensamiento. Se constituyen como una sociedad
que coopera a través de las relaciones pacíficas. Jamás hubo guerra entre los
habitantes de Mega-Nôr y es para ellos matar algo inconcebible y doloroso.
Manifiestan y fomentan el respeto hacia la vida...
La vida es larga e infinita para los habitantes de
Mega-Nôr. Todos los ciudadanos del planeta han sido artificialmente concebidos
inmortales y estériles. No envejecen... Desde el gobierno de Ciudad Bodh se han
establecido estrictos controles de natalidad que mantienen el total de la
población alrededor del millón de habitantes (unos 600.000 en el suelo y
400.000 en la ciudad flotante). Esto es así por cuestiones de prosperidad y
supervivencia, para evitar una sobrepoblación en el planeta con escasos
recursos. Pese a nacer genéticamente modificados, la condición de inmortalidad
y esterilidad es reversible. Esto es: todo habitante del planeta Mega-Nôr tiene
derecho a recibir un tratamiento de mortalidad si lo desea. También tienen
derecho a pedir un permiso de reproducción al gobierno de Bodh, que les será
concedido en valoración del crecimiento actual de los núcleos urbanos y los
recursos. Ésta es la única restricción que comparten los habitantes del suelo
con la urbanización del aire, pues recordemos que éstos no estaban sujetos a
ningún tipo de jerarquía ni forma de gobierno...
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